Del homo videns a la posverdad
Recientemente, en una de mis asignaturas universitarias, un periodista, muy reconocido la verdad, sacó a colación una comparación que hasta el momento jamás había escuchado. El homo sapiens vs el homo videns. El primer término no era novedoso para mí (y se traduce como «hombre pensante»), sin embargo, el segundo era totalmente desconocido.

La expresión homo videns es una frase procedente del latín y que se traduce textualmente como «el hombre que ve». Fue acuñada por el investigador y politólogo Giovanni Sartori en su libro, que lleva el mismo nombre, y que fue publicado en 1997.
El auge de este concepto lo aborda Sartori debido al gran avance tecnológico que supuso la televisión y también la forma en la que esta cambió la manera en la que el hombre se relaciona con el mundo. Sartori nos menciona: «...la televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis que revierta en la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo instrumento de comunicación, es también paideia, un instrumento “antropogenético”, un medium que genera un nuevo tipo de ánthropos, un nuevo tipo de ser humano».
Y este nuevo tipo de ser humano, el surgido a raíz del video es el que predomina hoy. Es cierto que la TV ya no es lo que era antes. No obstante, han surgido homólogos que han tomado su lugar. Las redes sociales, las plataformas de video o las plataformas de streaming han tomado totalmente el papel que una vez tuvo la televisión.
Este no es un fenómeno menor, puesto que las repercusiones que tiene en la sociedad son demasiado evidentes. Hoy en día los niños ven la televisión, antes incluso de aprender a leer. El proceso de instrucción también se ve modificado. Ahora la sociedad se autolimita a una mera expectación y ya no razona, analiza o profundiza lo que le estimula. De esto también se dio cuenta Sartori: «La imagen de un hombre sin trabajo no nos lleva a comprender en modo alguno la causa del desempleo y cómo resolverlo. De igual manera, el hecho de mostrar a un detenido que abandona la cárcel no nos explica la libertad, al igual que la figura de un pobre no nos explica la pobreza, ni la imagen de un enfermo nos hace entender qué es la enfermedad».

Esta situación se vuelve más preocupante a medida que aumenta el uso de las redes sociales. El algoritmo de estos medios digitales no muestra lo que es interesante de ver, sino que muestra, en su lugar, lo que queremos ver. Plataformas y aplicaciones como Tik tok o Instagram muestra contenido con base en nuestros propios intereses, nos muestra lo que queremos ver y lo que queremos escuchar.
Si a mí me gusta el fútbol, por ejemplo, es probable que lo que me aparece en sugeridos esté relacionado de una u otra manera con el fútbol. Y funciona de igual manera con las creencias. Si yo estoy alineado a pensar de una determinada forma entonces me va a sugerir el contenido que sea afín a mis creencias. Esto funciona como una suerte de refuerzo que, a la postre, termina por mostrarme, no lo que necesito para un análisis crítico, sino lo necesario para creer que tengo la razón.
Entonces ¿que pasa con la verdad? La repuesta es simple, se vuelve posverdad.
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