El ángel de la guarda

—Abuelita, cuéntanos un cuento, -pidió Sara.
—Está bien, ¿quieren el de la Caperucita Roja? —contestó la abuelita.
—Ese no, porque allí el lobo se come a la abuelita, —dijo Carmen Raquel.
—Entonces les contaré sobre Blanca Nieves y los siete…
—Ese tampoco, porque la madrastra quiere envenenar a Blanca Nieves y no todas las madrastas son malas, —dijo Anita.
—Bueno, les contaré sobre la cenicienta, —respondió la abuelita.
—No, allí también la madrasta y sus hermanas son malas; cuéntanos sobre la bondad y el amor, —dijo Chantal— ya estamos cansadas de tanta violencia y odio que miramos en la televisión.
—¿Sobre la bondad y el amor? Esas palabras solo me recuerdan a mi Ángel de la guarda, pero eso no es un cuento, —dijo la abuelita.
—¿Existen los ángeles, abuelita? —preguntó Tania del Mar.
—¡Claro que sí! Ahora está con nosotras mi ángel de la guarda y el de cada una de usted mis nietecitas, además de los arcángeles —dijo la abuelita.
—¿En dónde están? Yo no los veo —dijo Sara.
—No los podemos ver, pero si podemos sentir su presencia. Existen donde nuestros ojos no pueden llegar, pero sí los sentimos con el corazón. Los ángeles son espíritus del bien. No son como Dios¸ ellos no piden que se les adore, sólo que los amemos, porque Dios es amor, —dijo la abuelita.
—En mi religión —continúo la abuelita— que es el judaísmo, siempre al levantarnos, llamamos a cuatro Arcángeles. Primero invocamos al Arcángel Miguel a nuestra derecha, representa al amor y nos prepara para amar y ser amados; a nuestra izquierda invocamos al Arcángel Gabriel, quién comunica los mensajes de Dios y nos ayuda a tener una mente clara e inteligente; enfrente invocamos al Arcángel Uriel para que nos libre de nuestros miedos y peligros; y atrás invocamos al Arcángel Rafael que cuida nuestra salud. Cuando los invocamos reconocemos que existen.
—¿Sólo el judaísmo tiene Arcángeles y Ángeles? —Preguntó Chantal.
—Creo que todas las religiones y espiritualidades tienen Ángeles y Arcángeles, no sé mucho sobre eso, pero, en el Cristianismo, la religión de los papás de Anita, dice en la Biblia —su libro Sagrado—, que el Arcángel Gabriel —nombre que significa «Dios es mi fuerza»; se le apareció a la Virgen María y le dijo que ella daría a luz a Jesús, también se le apareció a José en sueños y le dijo lo mismo. Gabriel es el Arcángel de la vida, por eso, su símbolo es un lirio. En el Islam, Gabriel es el Ángel de la verdad, él le dictó al profeta Mahoma su libro sagrado «El Corán», —dijo la abuelita.

—¿Y los mormones? —Preguntó Carmen Raquel.
—¿Recuerdan que el Ángel Moroni les dio las tablas de oro a Joseph Smith? Así nacen los Mormones, es gente que se ayudan mucho entre ellos; ¡Claro que tienen Ángeles! ¿no sé si Arcángeles? —dijo la Abuelita.
—¿Qué pueden hacer por nosotras los Ángeles, abuelita? —Preguntó Sara.
—Cualquier cosa que quieran hacer para nuestro bien; como representantes de Dios no han de tener límites para ayudarnos, son capaces de hacer milagros; pero hay que creer en ellos, tener fe en ellos.
—Abuelita ¿Cómo hacemos para hablar con los Ángeles? —Preguntó Tania del Mar.
—Así como hablamos entre nosotros, sólo que a los Ángeles no los vemos, a no ser que ellos quieran que los veamos, -dijo la abuelita.
—¿Y los Ángeles como nos hablan? —Preguntó Chantal.
—¿Ustedes, mis nietecitas han escuchado una vocecita que les sale del corazón y que les alerta o les avisa sobre los peligros o les dice si una acción está buena o mala? —Preguntó la abuelita.
—Sí, sí —interrumpió Tania del Mar— ayer quería ver televisión, pero una vocecita me dijo qué primero tenía que terminar la tarea de le escuela, ¿Ese es mi Ángel de la guarda?
—¡Bravo Tania del Mar¡ Ahora ya sabes que nunca estarás sola, tu Ángel de la guarda siempre te acompañará; en la noche si sientes miedo, por la obscuridad o cualquier otra cosa, llama a tu Ángel de la guarda y el miedo se irá volando, —dijo la abuelita
—Los Ángeles buscan una entrada en nuestra conciencia, suben por nuestros pensamientos o por los sueños; también se aparecen como seres humanos; toman muchas formas para ayudar a la humanidad; por eso, si quieren comunicarse con ellos, lo primero que tienen que hacer es llamarlos con amor y abrirles sus corazones.—Continúo diciendo la abuelita.
—¿Le puedo pedir un deseo a los Ángeles sin hablarles, sólo pensando? —Preguntó Carmen Raquel.
—Sí puedes. —Dijo la abuelita.
—¿Qué pediste Carmen Raquel? —Interrogó Chantal.
—Es un secreto, si lo cuento ya no se cumplirá; —contestó Carmen Raquel.
—Pero somos tus primas, cuéntanoslo y nosotras ayudaremos a pedir que se cumpa; porque ahora los Ángeles de nuestra guarda están acá. —Dijo Tania del Mar.
—Bueno, pedí que nuestra abuelita no se muera nunca, que siempre esté con nosotras; así como nuestro Ángel de la guarda; —respondió Carmen Raquel.
—Pero eso, sólo Dios lo puede lograr, no los Ángeles; —dijo Tania del Mar.
—Dejen que les explique —dijo la abuelita—, el deseo de Carmen Raquel ya está cumplido por Dios, ya que dispuso que nuestro espíritu nunca muera, sólo el cuerpo; por eso, nunca las abandonaré espiritualmente, cuando mi cuerpo ya no funcione es porque habré cumplido mi misión.
—¿Cuándo muere el cuerpo, nos volvemos Ángeles? Abuelita; —preguntó Anita.
—Nos volvemos espíritus y estamos bajo el cuidado de los Ángeles; —respondió la abuelita.
—¿Vendrá un Ángel a decirte cuando te volverás sólo espíritu? —Preguntó Tania del Mar.
—Ayer soñé con mi Ángel de la guarda y me decía que tendré mucho tiempo para cuidar a las nietecitas más bellas del mundo; —respondió la abuelita.
Entonces las cinco nietecitas abrazaron a la abuelita y llenándola de besos le dijeron: ¡Nosotras te queremos del tamaño de la imaginación de Dios! y te cuidaremos como cuidan de nosotras, los Ángeles de la guarda.
