Lo público y lo privado, como en el fútbol

Dentro de los roles que existen en la sociedad encontramos dos tipos de esferas, la pública y las privadas. La esfera pública es el gobierno, principal pilar del Estado. Haciendo un símil con el fútbol, el gobierno es quien desempeña la función de un árbitro dentro de las actividades sociales, con el fin de resguardar que exista orden, se imparta justicia y se resguarden las libertades individuales y verdaderas de los ciudadanos, jugando todos bajo las mismas reglas, y evitando que se hagan daño unos a otros.
Y por otra parte tenemos las esferas privadas, las cuales no son otras que aquellas que se ocupan de actividades humanas que naturalmente necesitamos desempeñar para nuestro pleno desarrollo como sociedad, como educar, brindar atención médica, producir bienes o servicios y comerciales libremente, pero las cuales no dependen necesariamente de una imparcialidad como tal, y cuya potencialidad se incrementa de una mayor manera dentro del mercado y fuera de la esfera del gobierno.
También son esferas privadas, la familia, el arte, la economía, el deporte, las Iglesias, los centros recreativos y todo aquello que no tenga que ver con los arbitrajes imparciales que por naturaleza le competen al gobierno. Si se quiere entender de una forma más simple, las esfera privadas, son como los jugadores dentro de un partido de fútbol, aquellas que desempeñan el juego, pero por su carencia de imparcialidad, no pueden ser quienes reglamentan ni mucho menos quienes se encarguen del arbitraje.

Tristemente en el caso de Guatemala al igual que muchos de nuestros países vecinos en Latinoamérica, la esfera pública del gobierno, ha irrumpido en las esferas privadas, pretendiendo disponer la manera en que estas deben desempeñarse, regulando hasta el más mínimo detalle de cada una, ya sea de forma directa o indirecta. Atentando contra nuestros tres derechos inalienables; vida, libertad y propiedad.
Siguiendo no otros que los 10 puntos del Manifiesto comunista, implementados gradualmente o en ocasiones muy particulares de una forma muy radical, aunque no completa, pero de cualquier forma han llegado a quitarnos responsabilidades, funciones y recursos a las esferas privadas, transgrediendo el límite que el gobierno debería tener, que no es otro que ser el encargado de que todos aquellos que desarrollan una actividad privada, lo hagan bajo las mismas normas, es decir con leyes iguales y generales para todos, y no afectando a terceros, ni tampoco vulnerando los derechos inalienables de alguien más, trayendo nuevamente la comparación con el fútbol, es como si en un partido, el árbitro se entrometa a jugar, con la capacidad de sancionar a cualquiera, menos a sí mismo desde luego, y en ocasiones llegando a favorecer a ciertos jugadores, a esto en el fútbol le llamaríamos juego deshonesto, en política económica, lo definimos como mercantilismo.
El Gobierno solamente debe ser Juez, y no parte de esta ecuación, es por eso que desde una perspectiva liberal-fusionista se considera injusto, antinatural y sobre todo inmoral, que la esfera pública desempeñe actividades que por naturaleza son privadas, y que además rija sobre las demás. Porque siempre será favorecido en comparación de la mayoría, limitará su competencia y no permitirá que las esferas privadas se desarrollen de una forma libre, y como a cada una le convenga mejor. Y vale la pena mencionar que el financiamiento para esta intromisión, viene del saqueo, para nada voluntario, que al gobierno le encanta definir como «contribución» a base de los impuestos que obtiene de los ciudadanos.
La visión de un buen gobierno es aquella en la cual las únicas tres funciones que este debe desempeñar son las de resguardar el orden, trayendo seguridad para todos por igual, impartiendo justicia en el caso de que alguien afecte a un tercero, y desarrollando buenas obras de infraestructura que sean garantía para las libertades de los ciudadanos, es decir libertad de movilidad, libertad de comercio y de acción, con sus respectivas limitantes en torno a no afectar los derechos de otros.
El buen orden social nace a raíz de la respectiva separación y por ende el respeto por la soberanía de las esferas, y trae el verdadero desarrollo y bienestar que tanto necesitamos en nuestro país. Y para transitar a este modelo en el cual logremos separar los roles y las responsabilidades, funciones y también recursos, es necesario que como ciudadanos no solo comprendamos la necesidad de separar dichas actividades, sino también dejar de ser nosotros mismos quienes exijamos, y que tampoco permitamos mas esa intromisión. Al igual que en el fútbol, que los jugadores se dediquen a jugar en igualdad de reglas, y que el árbitro sea el encargado, valga la redundancia, del arbitraje.
Si te parece interesante este tema y te sientes atraído por esta propuesta, te invito a que te pongas en contacto conmigo y podamos dialogar con respecto al buen orden social y las esferas con sus respectivas funciones