Mamita querida

Alguien tiene que decirlo, no todas las madres son lo que parecen, detrás de muchas vidas existen historias de abuso infantil y cuando se tiene el coraje de contarlo como fue el caso de Christina Crawford, la hija adoptiva de la reconocida actriz Joan Crawford, su testimonio fue cuestionado y recibió fuertes críticas.
El caso es polémico porque según dijo la misma Christina en una entrevista con Bill Boggs: «es una autobiografía escrita con mucho dolor y un buen examen de conciencia». Ella y su hermano Christopher vivieron bajo reglas muy estrictas impuestas por su madre que también parecía tener problemas con la bebida. Christina asimismo, quiso visibilizar el hecho que entre los ricos también sucede este tipo de abusos. Lo curioso es que el libro Mommie Dearest (Mamita Querida) escrito por Christina, alcanzó el número 1 en la lista de ventas según el New York Times. Y en 1981 fue llevado al cine con el mismo nombre, en donde el personaje estelar lo protagonizó Faye Dunaway, quien a pesar de representar el papel de manera magistral fue duramente menospreciada por una audiencia que amaba a Joan Crawford.
En 2005, la periodista Jeannette Walls escribió el libro The Glass Castle (El castillo de Cristal) que también fue uno de los más vendidos según la lista del New York Times y después fue adaptado a la pantalla gigante. Es una historia que muestra las precariedades que la profesional vivió junto a sus hermanos por la falta de responsabilidad de unos padres que con el «deseo» de enseñarles a los niños un estilo distinto de crianza, cayeron en negligencia, poniendo en peligro la vida de los niños, a quienes causaron un enorme daño emocional.
Otra cinta cinematográfica del 2020, Hillbilly Elegy, también tuvo su origen en el libro que escribió el hijo menor de la familia Vance. Está basado en las memorias del muchacho que a pesar de tener una infancia difícil por el alcoholismo de su madre, logró graduarse de abogado en la Universidad de Yale.
Estos tres filmes tienen en común los altibajos que implica crecer en un hogar disfuncional, en donde el alcohol y las drogas son el principal detonante. También son testimonios de hijos adultos que tuvieron la oportunidad de contar sus historias. Sin embargo, aún hay resistencia para abordar el tema, sobre todo si esto conlleva hablar acerca de la madre.
Tenemos un concepto universal que las madres somos seres amorosos, tiernos y abnegados. ¡Y ay de aquel que se atreva afirmar lo contrario! Una psicóloga clínica compartía conmigo la dificultad que tienen sus pacientes adultos para sanar heridas del pasado por esta creencia. «Hablar mal de la madre, sería una ingratitud», hay personas que justifican maltratos físicos que sufrieron en su infancia con el lema que gracias a ello, ahora son gente de bien.
No entiendo qué extraña forma de corregir puede ser quemar con cigarrillo la piel de un hijo, o que falso sentido de responsabilidad es enviarlo a la tienda a comprar un six pack y decirle que se quede con el vuelto. Definitivamente tenemos mucho que pensar este 10 de mayo, cuando siguen habiendo niños, víctimas silenciosas de una sociedad que los inhibe de hablar abiertamente.