Ser feliz «mientras tanto»
Luego de un «descanso» de una semana sin escribir esta columna, nuevamente me encuentro aquí para hacer la ya conocida reflexión que tanto gusto me da hacer. La semana pasada asistí a un congreso universitario centroamericano, el cual contó con la participación de universitarios de Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica. El tema de este era «como buscar la felicidad».

Aparte de hacer que me diera cuenta de que nací para ser ingeniero, hubo una frase en específico que me marcó y que se la atribuiré a Carlos Andreu, uno de los conferencistas. La frase expresa lo siguiente «la felicidad no es un cuando, sino un mientras». Esto hizo que me diese cuenta de muchas cosas, y es la razón de ser de esta reflexión.
Muchas veces planteamos escenarios ficticios de enorme éxito en nuestra cabeza. Muchas personas dicen que esto no es normal sino un trastorno psicológico. No sé que tan real sea esa afirmación, pero vamos a obviarla de todas las maneras posibles. En esos escenarios con los que jugamos en nuestra mente reflejan nuestros más grandes sueños: vacaciones en Europa, la compra de un carro o una casa, encontrar a la persona de tus sueños, en fin. Se tiende a idealizar la felicidad en factor de un resultado.

El hecho de que enfoquemos la felicidad en un resultado induce a que pensemos que «seremos felices hasta que hayamos logrado el objetivo», y esto no puede ser más errado. El conferencista también dio un ejemplo de esto: «Yo he hecho el camino de Santiago dos veces. La primera vez que lo realicé estaba tan arto del camino que pensé, "lo disfrutaré cuando llegue a la catedral de Santiago de Compostela. Sin embargo, cuando llegué, vi la catedral y me pregunté ¿en serio he hecho el camino para esto?, si pude haberlo visto en fotografías". Fue entonces cuando comprendí que lo que se disfruta no es llegar a la catedral, sino el camino que se recorre. Tomé nota y lo hice diferente en la segunda oportunidad».
Luego de parafrasear lo que el conferencista dijo, que no recuerdo textualmente, y tratando de mantener la idea principal, me percaté de la gran verdad que estaba diciendo. ¿Qué pasa si al alcanzar el objetivo nos damos cuenta de que no es tan excelso como lo hubiéramos imaginado? Seguramente pensaremos: «¿En serio invertí 5, 10 o 15 años de mi vida para esto?». Nos sentiríamos engañados y entonces ¿seriamos felices?
La felicidad es una decisión personal, nosotros decidimos si queremos o no queremos ser partícipes de ella. La felicidad no se encuentra en un sueño, no se encuentra en un objetivo, la felicidad está en los detalles, en levantarnos en el día a día con ganas de comernos el mundo. La felicidad está en buscarle un sentido a nuestra vida, la felicidad está en vivir y no solamente mantenernos vivos, no ser, como diría un famoso compatriota, «un armazón de calcio con articulación».
Nunca es tarde para decidir que queremos ser felices, nunca es tarde para encontrar ese sentido a nuestras vidas más allá de un simple objetivo, sin embargo, y como cierre, tenemos que encontrar el rumbo de este sentido. De este modo les hago esta pregunta, ¿por qué razón se levantan cada día en las mañanas?
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